El pasado 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos, Bad Bunny aprovechó el simbolismo de la fecha para lanzar el videoclip de “NUEVAYoL”, uno de los temas más íntimos y visuales de su álbum nadie sabe lo que va a pasar mañana. El videoclip, dirigido por Renell Medrano, es mucho más que una pieza promocional: es un relato visual cargado de identidad, migración y memoria colectiva.
La historia arranca con Benito caminando en chanclas por un sendero nevado del Bronx, hasta subirse a un coche que lo lleva a una boda. En ese trayecto, una postal dice: “Greetings from Nueva Yol”, y marca el tono del resto del video: un homenaje a la comunidad inmigrante que forma el tejido invisible (y esencial) de Estados Unidos.
El discurso se interrumpe cuando un grupo de jóvenes apaga la radio. Un gesto pequeño, pero potente: la juventud latina ya no necesita que nadie le dé permiso para existir.
Además, visualmente, “NUEVAYoL” refuerza el imaginario nostálgico que Bad Bunny propuso en su canción “DEBÍ TIRAR MÁS FOTOS”, y parece extender su narrativa con imágenes que celebran lo cotidiano, lo comunitario y lo que muchas veces no se retrata.
En lugar de un despliegue de lujos, el video elige mostrar lo real: calles, abrazos, vestidos, nieve, familia. La vida misma como archivo. Una forma de decir que la historia también se escribe desde el barrio.
Con este lanzamiento, Bad Bunny consolida su posición no solo como ícono musical, sino como narrador visual y político, capaz de hablarle al mundo desde el Bronx hasta San Juan. Y lo hace, una vez más, tirando la foto que todos deberíamos haber tomado.