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MADRID Y GALICIA ACORTAN KILÓMETROS EN EL WIZINK CENTER GRACIAS A SEN SENRA

Fotografía realizada íntegramente por nuestra compañera Helena.

Cuando empieza la particular misa del gallego no se sabe si es Neo de Matrix o Sen Senra quien aparece sobre las tablas con un porte elegante, con una larga gabardina, gafas oscuras y luces minimalistas. El padre nos da su bendición y comienzan los cánticos.

El escenario está prácticamente vacío. Solo él intentando conectar desde el minuto uno con su público; con la tranquilidad del que sabe que ha salido de la matrix y sigue sus propias reglas del juego. Augura con los primeros acordes cómo será la reunión en el Wizink Center de Madrid: perfecta.

El gallego con morriña busca sumergirnos en un estado de tranquilidad y nos invita seguidamente a que nos tumbemos en el jardín viendo atardecer a su lado. Después ya decide arrancar el motor y darnos una vuelta en coche que durará unas dos horas. El gallego se anima a darnos una vuelta en el Peugeot 205 con matrícula PO2054AZ, el coche familiar que le trae recuerdos de su tierriña. Así de fiel es el artista con sus orígenes: ha querido homenajear a su hogar nombrando a su último proyecto con este título tan simbólico. 

Nosotros como público, sentados de copilotos, dejamos que sea él quien conduzca en esta noche de enero y nos traslade a una experiencia sensorial y disfrutable. Cargada de intensidad e ilusión. Con los nervios de quien acude a una cita romántica importante.

Ya nos advierte entre canción y canción de su último disco que teniendo siempre en mente su premisa de no querer ser un cantante sino algo mejor, su intención es “intentar dejar un mundo más bello y libre con la música a las generaciones que vienen, así como otros lo hicieron con nosotros”.

Sentimientos y buena vibra se dan la mano en esta velada hipnótica en donde cada persona del recinto evoca sus propios recuerdos con las composiciones de Sen Senra: que son de ese tipo de letras que se te clavan un poquito en el corazón. Los temas inéditos que nos enseña en acústico de mano del guitarrista Juan Habichuela (familiar de Antonio Carmona) erizan la piel y con Uno de eses gatos o con 1000CANCIONES todo el recinto se pone a perrear como loco. Contrastes agradables y compaginados. Temas de corte urbano que defienden lo romántico antes que lo carnal y vanguardia exquisita y mirada introspectiva. Influencias variadas y un trabajo hecho con talento que se nota orgánico. Hace parecer sencillo lo complicado, como buen poeta que es. 

El intérprete reúne en su Wizink a público de varias generaciones distintas. Es la autenticidad y naturalidad que le caracteriza lo que atrae a un público tan diverso. Ha logrado algo difícil: huir del nicho y atraer a gente de todo tipo. Es destacable. No obstante, se escuchan largas ovaciones para el neno en gallego sobre todo. El orgullo de los de su tierra inunda hoy por goleada la capital. Madrid y Galicia se encuentran a un pasito corto.

Sen Senra repite su mantra constantemente mientras sigue con su recorrido homenajeando a su trayectoria musical. Nada ni Nadie determinará ni el valor humano ni el artístico. Mucho menos ningún número. Contra todo pronóstico, él decidió salirse de lo que predomina entre artistas de nuestra generación y defender la esencia de la música como ritual de conexión con nuestra emociones y vivencias. Para él una de las cosas más importantes de su vida nunca debió convertirse en sinónimo de producto, de efímero de volátil: y así lo grita a los cuatro vientos en sus letras y manifestando directamente su inconformidad con la industria musical.

Tras lo que fue una noche especial de las que ya no quedan, dejó una estela de alegría mientras se marchaba. Observando a su público agradecido y emocionado, ya sin gabardina ni gafas nos permitió entender mejor el funcionamiento de la matrix como él la entiende. Y respirar un ratito tranquilos mecidos en su regazo. Habiendo desnudado su interior, dejándose alma toca decir adiós para prepararse para el próximo viaje el  3 de febrero en el Sant Jordi de Barcelona.

 

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