Si te digo Måneskin, probablemente, no te suene mucho pero si te digo el grupito de veinteañeros sexys y andróginos que visten plataformas y purpurina, seguramente, ya les estés poniendo cara, ya que sus perfiles, en RRSS, son últimamente de los más posteados.
Estos cinco artistas italianos empezaron tocando en las calles de Roma, tanto temas propios como versiones. De ahí empezó el clásico camino: probar suerte tocando a distintas puertas. Finalmente, su participación en un talent show les brindó un estupendo segundo puesto y la grabación de su primer EP (“Chosen” 2017). Al año siguiente su primer álbum les catapultó a permanecer en las listas nacionales, y poco después a encabezar las listas europeas. Por eso ser los vencedores del festival de San Remo este pasado 2021 no es algo que les cayó del cielo sino resultado de unos cuantos años de picar piedra.
Hasta ese momento su estilo era un poco intermitente, encontrábamos desde baladas rock hasta temas más punk con, incluso, claras influencias de reggae. Pero parece ser que representar a su país en el festival de Eurovisión, no solo participando si no otorgándole una de las mejores victorias en la historia del festival les dió el último empujoncito para dar un zapatazo en la industria y plantar su estilo le pese a quien le pese.
Si vemos sus videos o actuaciones nos pueden recordar a la estética y actitud provocadora de las bandas de glam-rock de los 70´s&80´s pero con, aún más, kilos de glitter. Y no queda ahí la cosa porque su talento ha cruzado el charco, coronándose en aquel mercado con una estupenda colaboración con el incombustible Iggy Pop (sigue vivo para quien lo dudase) haciendo una versión del mítico tema “I wanna be your slave”. Pero es que aún hay más, los Rolling Stones y el mismísimo Mick Jagger (que sorprendentemente también sigue vivo) han apadrinado a los jóvenes europeos que fueron sus teloneros en su último show en Las Vegas.
Este soplo de aire fresco en la música nos recuerda que sigue habiendo cabida para el rock reinterpretado de la forma que sea, con nuevos estilos, estéticas e influencias de este siglo, aunque David Bowie en su día ya se pasó el juego. Y que lo comercial, a veces, no es tan malo.