Tras 8 años de parón, Monegros Desert Festival vuelve renovado, haciendo sold out y con unas cifras y un montaje nunca visto hasta la fecha en nuestro país. 20 horas de música repartidas en 11 escenarios tematizados. Del Soundsystem Temple diseñado con materiales reutilizados, al avión Airbus 330 convertido en pista de baile, pasando por una cabina de dj en un antiguo tren de mercancías o la decoración lisérgica del escenario elRow, sin olvidar los espacios clásicos donde todo comenzó: el Open Air, El Pajar o, el rústico, El Corral, entre otros. 100 m2 de desierto en Fraga que se han convertido, por unas horas, en una vibrante y colorida rave.
Creatividad, color y música para todos los gustos han sido el emblema de esta nueva edición. Conciertos como el del mítico rapero neoyorquino Busta Rhymes o los andaluces SFDK en el escenario principal han sido de los más multitudinarios. La electrónica en todas sus vertientes ha vivido momentos épicos con sesiones que pasarán a la historia como el live de Paul Kalkbrenner, la vuelta al Open Air de Laurent Garnier o los cierres de Óscar Mulero (habitual del festival), Seth Troxler, Andrés Campo y Paco Osuna, éste último quien ha dado el adiós definitivo a la 29º edición del festival del desierto.
Tras el calor del día, al caer la noche, Monegros se ha llenado de luces y proyecciones, con un mapping creado en exclusiva para el festival, otra de las novedades de este año. El concepto de este año era recuperar la idea de las raves de los 90, pero aplicando los sistemas y la tecnología de hoy en día. Entre los asistentes, una variedad de países, lenguas, edades, géneros y estilos, han convertido el festival en una especie de crisálida de culturas futurista. Según las palabras de Juan y Cruz Arnau, CEO y Founders del encuentro: “En nombre de toda la familia Arnau, solo podemos decir, muchas gracias a todas las personas que han atendido a la llamada del desierto y han hecho posible que Monegros vuelva a brillar”.
Sin duda, había ganas de este retorno, una edición inolvidable tanto para los asistentes como para el entorno geográfico, donde el festival ha dejado un impacto económico de 30 millones de euros.